domingo, 8 de enero de 2012

Hablemos de Ciencia (III): Proyectos de Ciencia (Ficción)

Continuando este ciclo de posts sobre Ciencia, vamos a hablar hoy sobre cómo se distribuyen las ayudas a la investigación. La primera idea debemos tener clara acerca de este tema es que el sistema de distribución actual se basa en la evaluación de proyectos.

Efectivamente. Los distintos grupos de investigación españoles solicitamos cada cierto tiempo unas “ayudas a la investigación,” eufemismo que puede traducirse como: “dinero para contratar colaboradores, cubrir gastos de viaje y comprar equipos.” En la inmensa mayoría de los casos, la solicitud se sustenta en un proyecto de investigación en donde defines con detalle el equipo humano y material con el que cuentas, lo que vas a hacer durante el período de vigencia de la ayuda  - típicamente de uno a tres años -   y en qué vas a gastar el dinero. Este proyecto es evaluado por expertos anónimos y, en función de su informe, se concede lo que se ha pedido (pocas veces), menos de lo que se solicita (muy a menudo) o nada en absoluto (con más frecuencia de lo que a muchos les gustaría).

A los ciudadanos que no forman parte de la santa cofradía de la Ciencia seguramente le parecerá que este es un método razonable para administrar el dinero de sus impuestos. Y razonable parece, pero práctico no es.

Sin ir más lejos: piense usted que la ayuda más importante de la que disfruta mi equipo de investigación tiene una vigencia de tres años; piense también en el proceso el proceso de publicación de artículos científicos que le contaba en un post previo: a menudo publicar un paper te cuesta más años de los que dura el proyecto que supuestamente lo financió. ¿Cómo puede un investigador encajar estos ciclos tan radicalmente incompatibles?

Pues hay varias formas de hacerlo. Una de las más extendidas consiste en convertir el presente en futuro: es decir, proponemos como proyecto a desarrollar un refrito de los trabajos que ya tenemos en proceso de evaluación. Los evaluadores son a menudo perfectamente conscientes de esto   - no olvidemos que son especialistas en la materia -   por lo que en realidad no evalúan el proyecto, sino el currículum vitae y la trayectoria del investigador principal del grupo.

Mi propuesta en este ámbito sería abandonar las ficciones y distribuir el dinero de investigación en función de los méritos conseguidos por los miembros del equipo en los últimos años. Esto es. Invertir en función de méritos pasados y no de proyectos futuros con un ciclo de maduración imposible de coordinar con la vida del proyecto.

Este sistema simplifica las cosas, ya que la solicitud se limitaría a detallar los méritos conseguidos por el equipo en un período de tiempo determinado y encaja bien con la mayoría de las situaciones. No sería adecuado, en cambio, cuando la financiación va a dedicarse a adquirir equipos científicos de alto coste o a promocionar a los investigadores jóvenes. En el primer caso, si alguien solicita millones de euros parece razonable que deba dar muchas explicaciones sobre cómo lo va a gastar y por qué es una buena inversión. En el segundo, los miembros de un equipo joven pueden no tener un historial suficiente para competir por currículum con los investigadores veteranos.

Reconociendo estas excepciones   - seguramente habrá otras -   no me parece difícil atenderlas mediante convocatorias especializadas, que se resolverían aplicando criterios diferentes.

Otro aspecto importante de un sistema de estas características es la “caducidad” de los méritos que permiten conseguir financiación. Con esto quiero decir que la excelencia científica pasada no debe garantizar que se consiga financiación hasta el final de los días… Para mantener la presión sobre los grupos en la competencia por los fondos de investigación basta con establecer, por ejemplo, que los méritos alegables deben haberse conseguido en los últimos cinco años.

Pues esto es lo que les quería contar hoy sobre qué podemos hacer con la investigación en este período de austeridades que se nos viene encima. Si no vamos a tener mucho dinero para repartir, mejor será que procuremos repartirlo bien. Como decía Rahm Emanuel, antiguo jefe de Gabinete de Barack Obama y actual alcalde de Chicago: “Nunca desaproveches una buena crisis."

2 comentarios:

  1. Pues ya se han publicado los proyectos CICYT concedidos. Las peores previsiones se han confirmado. Solo los proyectos evaluados de Excelentes se han financiado. Qué hacemos los que no somos tan buenos? reinventarse o morir!

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    1. Estimado Pototi,
      Yo he tenido suerte, porque mi grupo presentó un proyecto en la convocatoria anterior y algo pudimos pillar pero, si la cosa ha llegado a este punto, pinta mal.
      Muchas gracias por su comentario. Un cordial saludo

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