domingo, 5 de febrero de 2012

Blogueros sin fronteras

Últimamente he estado pensando mucho en poco dinero. Me explico.

Como les comenté la semana pasada, estoy recopilando los posts previos del Arbitrista para publicar un pequeño libro y distribuirlo a través de Amazon. Con este motivo, he trabajado bastante con la página de Kindle Direct Publishing (KDP). En el proceso previo a la publicación final, llega un momento en que el sistema te pide que fijes el precio y el porcentaje de royalties que se queda al autor, el cual puede ser de un 70% o un 35% del coste de cada descarga. Pensé: “Los cuatro chavos que me va a dar este libro van a enredarme la declaración de la renta. Ojalá pudiera renunciar a ellos…” Unos segundos mas tarde me dije: “O donarlos…”

¡Y ahí la liamos parda! Se desencadenó la tormenta mental de costumbre. El Arbitrista se queda inmóvil, con la mirada perdida, empieza a mascullar en voz baja frases incoherentes y deja enfriar su cena: es el proceso habitual, previo a cada post.

En estos diez minutos de enajenación pensé hay mucha gente que, sin ánimo de lucro, dedica tiempo a hacer cosas en la Red que podrían tener algún valor económico. Por ejemplo: yo podría ceder algo del espacio en El Blog del Arbitrista para alojar publicidad. Ya puestos, no tendría inconveniente en hacer lo propio con mis otros espacios WEB: mis blogs docentes, mi muro de Facebook o El Arbitrista Newsweek, el periodiquillo de Paper.li con el que llevo jugando desde la semana pasada.

Por mí mismo no creo que pudiera sumar una cantidad sustancial, pero si muchos se apuntaran… Y es que en la WEB hay un montón de gente que comparte generosamente sus escritos, su música, sus fotografías. Algunos son excelentes creadores, que no tienen nada que envidiar a quienes viven de ello. Lo que hacen ya es muy positivo… ¿porqué no aumentar aún más el valor de su aportación?

Estaría encantado de hacer esto: recaudar dinero con una mano y donarlo con la otra. Pero me gustaría poner algunas condiciones previas, que quizá querrían también otros internautas.

La primera y seguramente la más importante. Debería quedar muy claro a mi público que el beneficio de estas actividades se cede a una buena causa. No tengo nada en contra de la publicidad en los blogs, pero me resultaría muy incómodo que mis amables lectores o mis alumnos pensaran que pongo publicidad en estas WEBs con ánimo de lucro personal. No es un problema grave: para resolverlo bastaría que el espacio publicitario o los banners que fueran apareciendo incluyeran algún elemento gráfico que significara: “Los ingresos que genera esto se ceden a una buena causa.” Ese distintivo aparecería en los banners y enlaces de descarga a cualquier contenido de pago, cuyos ingresos se ceden pro bono. ¡Pega resuelta! ¡A por la siguiente!

Segunda condición. Querría poder elegir la ONG receptora de los fondos dentro de una lista de opciones lo más amplia posible. Cada uno tenemos nuestras sensibilidades y nos gusta atenderlas. Particularmente, prefiero las actividades relacionadas con la protección y educación de los niños. Otro preferirá la protección del medio ambiente. Otro…

Tercera y última condición. Como soy un homo numericus, me gustaría recibir periódicamente información sobre el importe económico de mis contribuciones. Estaría bien que esta información cumpliera los requisitos formales necesarios para ser usada como justificante de una deducción fiscal, si quien cede sus royalties así lo decide.

Por otra parte, esta actividad necesitaría la complicidad de una serie de compañías que dieran soporte comercial a la idea y canalizasen los fondos recaudados a las ONGs. En los ejemplos anteriores he mencionado a Amazon y Google. Pensemos por un momento en sus intereses de negocio, para ver si son compatibles con la idea que estamos discutiendo.

Empecemos por Amazon. Su programa de autoedición, KDP, permite que los escritores comercialicen su obra directamente a través de sus tiendas WEB y constituye un modelo exportable a la comercialización de otras líneas de contenidos. Me refiero a cosas como apps para sistemas Android o ficheros MP3.

No creo que los contenidos autoeditados sean ahora mismo una fuente importante de beneficios. Pero estoy convencido de que es un elemento estratégico importante: permite a Amazon aumentar sustancialmente su oferta de contenidos y es la prueba “en vivo” del modelo de precios bajos que intenta imponer a los comercializadores tradicionales. Si mi lectura es correcta, cualquier cosa que anime a nuevos creadores a entrar en programas como KDP, será positiva para Amazon.

Hablemos ahora de Google. Como saben, la inmensa mayoría de sus ingresos proceden de la venta de publicidad, sea en forma de los enlaces patrocinados (AdWords) que aparecen al lado de los resultados “naturales” de las búsquedas, o como banners (AdSense) en las páginas que Google aloja.

Si muchos internautas como yo empezásemos a admitir anuncios en nuestras páginas, Google estaría encantado: esto ampliaría el espacio publicitario disponible y, más aún, lo haría en páginas enfocadas a temas e intereses muy concretos, que son los soportes más valiosos por sus posibilidades de segmentación.

Por tanto, una idea como la que estamos discutiendo aportaría a las empresas participantes ingresos adicionales y una buena imagen social, ya que estarían apoyando a la financiación de ONGs. Permite también iniciativas de Responsabilidad Social Corporativa como, por ejemplo, renunciar a parte de los ingresos de la empresa para incrementar las donaciones. Siendo así las cosas, no me parece imposible conseguir la colaboración de socios comerciales importantes.

De internet me gustan muchas cosas. Una de ellas es su potencial para movilizar a las personas en torno a ideas y valores compartidos y conseguir que sus aportaciones individuales sumen e importen. El peso que han tenido las redes sociales en acontecimientos como la primavera árabe o la campaña anti-SOPA, ponen de manifiesto que nosotros  - los ciudadanos-hormiga -  hemos ganado peso en el mundo de internet. Y que nuestras ideas cambiarán el mundo, si se congrega en torno a ellas un número suficiente de hormigas.

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