jueves, 27 de enero de 2011

El Arbitrista sale de compras (I): hoy toca libros

El debate acerca de la norma antidescargas que patrocina nuestra Ministra de Cultura ha motivado una serie larga de entradas en este Blog discutiendo sobre la comercialización de contenidos digitales. Tanta elucubración teórica me ha puesto la cabeza como un bombo, por lo que vamos a pegarnos un baño de realidad: le propongo que nos vayamos juntos de compras, para ver qué aprendemos comprando descargas legales de libros, películas y música en el mercado español. Se trata de ponernos en el lugar del consumidor y encontrar respuestas a varias preguntas: ¿cómo se sentirá? ¿que "experiencia de compra" le ofrecerá el mercado legal? y, en última instancia: ¿es razonable comprar legalmente descargas de contenidos digitales en España?

Empecemos por los libros. El Arbitrista es un ferviente ratón de ciber-biblioteca aunque sólo sea porque la invención del libro electrónico ha impedido que el creciente volumen de su biblioteca le echara de casa. Así que vamos a por libros y, para ello, visitaremos el proyecto insignia de los editores y libreros españoles: Libranda.

La cosa empieza bien: el navegador me da paso a una página moderna y exquisitamente diseñada. Brujuleo un rato cotilleando todo tipo de informaciones interesantes. Me disperso (al fin y al cabo soy internauta: mi obligación es dispersarme con facilidad). Me pierdo. Me encuentro. Me centro. La página resulta un poco liosa, porque le faltan claves temáticas, recomendaciones, listas de más vendidos ... encuentro por fin un libro que me apetece (esto no hubiera debido ser tan difícil) pico un botón para comprar y ... el servidor de última tecnología me ofrece una bella página personalizada, presidida por el libro que me interesa y continuada por una larga lista de librerías electrónicas que lo venden.

No perdamos la paciencia: el libro está a un click. Pico el enlace a la librería cuyo logo me parece mas chulo para comprar el libro y ... me veo teleportado a la página de bienvenida de la susodicha librería: no veo el libro por ninguna parte y se supone que tengo que volver a buscarlo. Esta gente no se ha enterado de nada. El comercio electrónico va de ofrecerte rápidamente el producto que te interesa y permitirte comprarlo con un click. Estos me llevan mareando un rato y me he hartado: adiós.

Amigos de Libranda: su proceso de venta parece diseñado por un comité de libreros analógicos (las malas lenguas dicen que así fue). Tienen dos formas de arreglarlo. La solución cara consiste en llamar a un consultor. La solución barata consiste en comprar unos cuantos libros en Amazon.com y tomar apuntes. En todo caso, parece que no soy el único a quien no le gusta su WEB. Acabo de picar "Libranda" en Google y resulta que los resultados cinco y seis son de blogueros cabreados.

Me paso a fnac. Para el pequeño experimento que estamos haciendo esta opción tiene dos ventajas: tienen años de experiencia en comercio electrónico y venden libros en los dos formatos: digitales y en papel. La WEB está organizada con claridad y competencia. Resulta fácil tanto curiosear como buscar un título concreto. Apunto a comprar un título "comercial" (evitemos casos raros) y que esté disponible en edición de bolsillo y digital. Me fijo en “Sangra derramada” de Asa Larsson, uno de estos thriller que se dedican a demostrar, bajo la aparentemente idílica superficie del estado del bienestar sueco reptan las serpientes … ¡Que se lo digan a Julian Assange!


Las imágenes insertadas son "pantallazos" que muestran las ofertas que recibí. Si eres socio de fnac, hoy puedes comprar la edición en papel por 8,50 €. La edición digital te la venden a un 88% de este precio, a 7,49 €.

En mi aclamado post previo titulado: Sexo, mentiras y el precio de los libros echaba unos cálculos a partir de datos de nuestra Federación de Editores, concluyendo que una edición digital puede venderse al 60% del precio de un libro en papel permitiendo que todos los que intervienen en ella ganen el mismo dinero. Suponiendo que mi cálculo es correcto, están intentando sacarme un margen adicional del 28% por comprar una edición digital protegida con un sistema de DRM intrusivo que me impide ejercer el derecho de copia privada que la Ley me reconoce y por el que pago un dinerete en concepto de Canon Digital. Para ser justos hay que aclarar que una parte de ese extracoste se lo queda nuestro Gobierno ya que, como seguramente saben mis lectores, los contenidos digitales están gravados con un tipo de IVA más elevado que los físicos. He aquí un bonito tema al que podría atender nuestro Ministerio de Cultura, toda vez que ya tienen cerrado (por un rato) el frente de la Ley Innombrable.

Como remate, sólo ofrecen ejemplares en formato ePub. A mí desde luego no me va a valer, porque mi lector es un Kindle que está limitado al DRM de Amazon, pero como mínimo, deberían ofrecer contenidos compatibles con otros sistemas DRM.

Por tanto me encuentro con: torpeza comercial, precios abusivos, estandarización en un DRM que limita el mercado y ausencia de opciones de formato o de pago por consumo (streaming) que, como dije en un post previo, me parece la única tecnología razonable para respetar los derechos de todos. Me niego a comprar libros digitales en estas condiciones. Tampoco los compraré en papel. Los pediré prestados o esperaré a que Amazon.com abra una tienda virtual de libros en español.

¡Pues mal ha terminado esta salida de compras! No he conseguido lectura para esta noche. Si le parece, en unos días podemos volver a salir juntos para ver si tenemos más suerte comprando una película en descarga.

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